EL PRINCIPE FRANCISCANO ECUATORIANO
BERNARDINO ECHEVERRIA RUIZ.- Nació en Cotacachi, el 12 de noviembre de 1912, recibiendo en las aguas del bautismo el nombre de Carlos Guillermo Honorato. Su familia con la virtud de modestia y fervor era amplia.
Desde temprana edad nace su vocación sacerdotal, que incluso
en sus charlas de niño con los amigos de barrio que le preguntaban ¿Qué vas a
ser cuando grande?, respondiendo: “Yo voy a ser obispo”, pues empezando este
caminar lo comenzó como monaguillo en el cual los sacerdotes vieron su devoción
y aplicación en lo religioso.
Gracias a un religioso franciscano que estaba recogiendo
limosna para Tierra Santa, viendo su valía en misa y hablo con la madre y es
así como llegaría su vocación a la vida de la Orden de Frailes Menores.
A los 25 años recibe el Orden Sacerdotal de manos de Monseñor Carlos María de la Torre, Arzobispo de Quito, sus superiores al observar su capacidad para los estudios le envían a Roma para que amplíe sus conocimientos en el Ateneo Pontificio Antoniano. Es allí donde a sus 27 años se recibe como Doctor en Filosofía, con la Tesis que trato sobre el tema siguiente: “El Problema del Alma Humana en la edad Media”.
A su vuelta el joven Sacerdote Franciscano en Quito fue nombrado Profesor de filosofía, ciencias y lenguas en el Colegio Franciscano de Quito, fue Comisario Provincial del Ecuador y Rector de la Tercera Orden Franciscana.
En 1942 año de la coronación de la Virgen del Quinche
alcanzó el primer premio en el concurso poético promovido con esta ocasión. Fue
nombrado Miembro efectivo del Instituto Ecuatoriano de Estudios del Amazonas.
Publicó el estudio “Los Franciscanos en la Región Amazónica”.
● El “Devocionario de los Terciarios Franciscanos del
Ecuador”
● El poemario de “El Heraldo del Gran Rey” que mereció Pergamino y Mención Honorífica del Municipio de Quito
● Himno en honor de Santa Mariana de Jesús en ocasión a su nombramiento como Heroína de la Patria por el Congreso.
● Memorias de las Fiestas Antonianas
● El Drama “Venganza Franciscana”
● La Iglesia en el Ecuador
Aquí destacamos dentro de sus obras escritas que en 1944 nuestro religioso fue el AUTOR DEL HIMNO A NUESTRA CIUDAD, como diré siempre esta ciudad es tan franciscana que su himno es de manos franciscanas. Ya que la letra es de el Padre Echeverría y la música del brillante músico Padre Agustín Azkúnaga, el cual ya hicimos un artículo sobre El.
Ahora mencionemos algunas de sus obras fuera de los
escritos, en las que puso alma y corazón en ellas las siguientes:
● Editorial Jodoko Ricke
● La restauración de la Capilla de Cantuña
● La obra de la Comunión de enfermos
● La primera Sala de Cine Católico
También a su destaco trabajo en diversos campos del saber su
persona formo parte de las siguientes instituciones:
● Miembro Correspondiente de la Casa de la Cultura en Quito
● Miembro Correspondiente de la Academia Internacional de
Historia Franciscana de
Washington
● Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua
En 1949 llego a ser Ministro Provincial de la Orden en
Ecuador, año en el que sufrió la ciudad de Ambato el terrible terremoto que se
llevo 6000 muertos, aquí la obra emprendida por nuestro biografiado como digno
hijo del Seráfico Padre San Francisco en brindar ayuda material y espiritual no
se hizo esperar.
Seria esto que mientras doblaba en esfuerzos para aliviar la
miseria que le llego el nombramiento como primer Obispo de Ambato, dejando
Quito para emprender el camino episcopal con el lema de su vida religiosa Paz y
Bien. Y este lema no solo quedo en letras ya que su obra por Ambato y Guayaquil
es digna de admirar.
Aquí seré mezquino en hablar de sus obras en estas ciudades
hermanas que los beneficiarios de su trabajo fueron: los enfermos, los pobres,
la educación y la vida religiosa. Sin olvidar obras de reconstrucción de las
Catedrales respectivas de sus diócesis, pero ante todo dando ejemplo al prójimo
y al clero que tuvo como Pastor y guía.
Al fin llegando la hora de descansar de su misión episcopal.
Dios lo seguiría usando como herramienta eficaz para no demostrar descuido y
olvido por obediencia va a Ibarra en la que sirvió con igual entrega como
Administrador Apostólico hasta que llego su Obispo titular.
Jorge Salvador Lara menciona lo siguiente: “Papas y
Cardenales se gloriaban de su amistad, colegas del episcopado requerían sus
consejos, todos le admiraban y le amaban porque era sencillo, bondadoso y
humilde; siempre risueño, incapaz de guardar rencores, la plegaria en los
labios, hizo del servicio a los demás un deber cotidiano y vivió y murió en
olor de poesía, rezando y cantando madrigales a la Madre de Dios, en cuyo honor
realizó varios congresos marianos…“
Siempre diré que un signo de vida plena que llega su fin es
terminar sus días en donde pudo trabajar y que esos frutos puedan atenderlo
ahora que esta a punto de partir. Y así fue lo que sucedió con Monseñor
Bernardino.
El jueves 6 de abril de 2000, rodeado de sus familiares,
amigos, miembros de su familia
religiosa y altas dignidades de la Iglesia Católica
Ecuatoriana fue al llamado de su Divino Maestro.
Sus restos fueron despedidos con mucha fe y dolor en la
Iglesia de San Francisco, dentro de sus corredores por el cual paso en vida
muchas veces se ha levantado la Facultad de Filosofía y Teología que lleva su
nombre. Y otros institutos educativos en el país llevan su nombre recordándolo
con regocijo entre sus docentes, alumnos y Padres de familia.
Ciudad del Vaticano, 7 Abr 2.000 (VIS).
"Al recibir la triste noticia del fallecimiento del
querido cardenal Bernardino Echeverría Ruiz, O.F.M., arzobispo emérito de
Guayaquil, ofrezco fervientes sufragios por el eterno descanso de quien durante
sus largos años de ministerio episcopal presidió con espíritu de entrega
primero la Iglesia particular de Ambato, tras su erección como diócesis, y
después la arquidiócesis de Guayaquil, aceptando también posteriormente el
encargo de generosidad pastoral y su entera disponibilidad al servicio de la
Iglesia.
En estos momentos de dolor, me uno espiritualmente a los
obispos y fieles del Ecuador, que han sido testigos del dinamismo apostólico
desplegado de tantas maneras por el difunto cardenal, así como a la orden de
franciscanos menores, que dio para la Iglesia a este hijo de San Francisco, con
todos ellos invoco la bondadosa protección de la Virgen María, a la vez que,
como prenda de gracia y de paz en Cristo Resucitado, les imparto la
confortadora bendición apostólica".
Juan Pablo, p.p. II
Aquí les he compartido en estas líneas su semblanza biográfica, para dar como mensaje que siempre la bondad y la alegría son huellas que a la larga las futuras generaciones podrán enriquecerse de ellas.
FUENTES
● ARCHIVO DE LA ORDEN FRANCISCANA DEL ECUADOR
● REVISTA ORA ET COGITA DE LA FACULTAD CARDENAL ECHEVERRIA
● DICCIONARIO BIOGRAFICO DE RODOLFO PEREZ PIMENTEL
● BOLETÍN DE LA ARQUIDIOCESIS DE QUITO
● TESTIMONIOS NARRADOS DEL P. AGUSTIN MORENO OFM
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