UNA CAPILLA ENVUELTA POR UNA LEYENDA
El primer caso registrado de una capilla
privada es el de Constantino (el prototipo de la capilla real y de las saintes
chapelles de Francia, a saber: en París, Vincennes y St-Germain-en-Laye); el
Emperador tenía una capilla en su palacio de Constantinopla, y llevaba consigo
en sus guerras y viajes un facsímil de la misma en forma de tienda portátil.
Existen ejemplos de que los lugares de
reunión originales de los cristianos se conservaron bajo el nivel de la iglesia
posterior, pues el suelo creció con el transcurso de los siglos.
Así, en la cripta de San Clemente en Roma hay una cámara, actualmente inaccesible, que pudo haber sido parte de la casa de Clemente. La expansión del cristianismo de las ciudades al campo debe haber ocasionado temprano la erección de oratorios y capillas para el uso de los creyentes que vivían lejos de la iglesia del obispo.
De allí seria la historia a través de los
siglos se ha ido desarrollando 13 tipos de capillas, y en esta semana quiero
refirme a una en especial porque en esta semana dentro de su espacio tiene tres
celebraciones muy pocas conocidas en nuestra ciudad.
CAPILLA DE CANTUÑA.- De acuerdo a una probanza de los indios de la
Veracruz de Naturales esta capilla fue hecha por los propios indígenas
cofrades, quienes comenzaron su construcción poco antes de 1581. A finales del
siglo XVII los derechos sobre el uso de la capilla fueron traspasados a la
Tercera Orden Franciscana y a la Cofradía de la Virgen de los Dolores, que
había despertado para entonces una enorme devoción entre la feligresía Quiteña.
De esta visión del proceso se podría decir
que su construcción no dependió de un plan arquitectónico unitario, ya que sus
diferentes partes se fueron haciendo paulatinamente en conexión con ciertos
acontecimientos. Sin embargo, llama la atención que, a pesar de ello, se logró
crear un todo armónico y articulado de masas.
Según cuenta la leyenda, cuando los
conquistadores españoles entraron a Quito, no sólo Rumiñahui incendió la
ciudad, sino que otros aborígenes se dedicaron a esconder los tesoros de los
templos y palacios incas. Uno de ellos era el pequeño Cantuña, que no podía cargar
con el peso que llevaba, así que cayó sobre una choza incendiada y allí lo
encontró malherido un capitán español, Hernán Juárez, que lo llevó a su casa y
lo educó.
Años más tarde, el protector de Cantuña se
vio ante una grave situación económica, pero éste, agradecido, le dio parte de
los tesoros indígenas. La fortuna fue heredada por Cantuña, que la acrecentó
con nuevos tesoros. Ante tan inesperada riqueza y preguntado por ella, Cantuña
dijo que el diablo se la había dado; fue llevado al Tribunal del Santo Oficio y
defendido por un franciscano a quien prometió, en pago, la construcción de una
capilla a su muerte. Hoy en el claustro franciscano hay una lápida que dice:
«Ésta es la sepultura de Francisco Cantuña y sus herederos. Año de 1669».
Como las dos columnas corintias que soportan
un tímpano triangular, y dentro de esta organización se halla la puerta de
madera siendo de entrada, de arco semicircular y sencillo molduras ejecutadas
por Samuel Chávez carpintero, y Severo Carrión tallador.
La capilla tiene forma de bóveda, cubierta
con bóveda de cañón de una sola nave. La bóveda del cuerpo de la capilla es de
tres puntos. Tiene ocho retablos, un coro y una sacristía. Sobre el presbiterio
se levanta una cúpula con su linterna, lo que hace interesante la capilla.
Dentro de la misma se encuentran las
esculturas de San Pedro de Alcántara y de San Lucas, debidas al padre Carlos, y
la talla de la impresión de las llagas de San Francisco acompañado por dos
ángeles, creación de Caspicara.
La veneración a la Virgen de los Dolores en
la ciudad de Quito es muy antigua, se remonta al siglo XVI. Sin embargo, empezó
a florecer en la segunda mitad del siglo XVII, teniendo su mayor apogeo en el
año 1776, con el establecimiento de la cofradía en la Capilla de Cantuña.
Las hornacinas y repisas están llenas de
hermosas esculturas que también son de su autoría; finalmente completó el
conjunto dando al nicho central un marco de espejos y plata. De los seis
retablos que posee en la actualidad, dos fueron trabajados en la década de los
sesenta.
Siendo Síndico de la Cofradía como era el
deber de esta responsabilidad cuidar de sus intereses, especialmente económicos
o sociales el artista Bernardo de Legarda, éste retocó la imagen del Santo
Patrono. El 3 de noviembre de 1668, Francisco Cantuña, «hizo data de capilla y
sepultura con los franciscanos (...) frente al púlpito en la Capilla de la
Veracruz de cuatro varas en cuatro» a cambio de lo cual se obligó «como maestro
oficial cerrajero a construir un adorno para el retablo, una hechura de la
Virgen de la Concepción y otro de San Francisco».
Dado que esta información, de entrega de
capilla, es la única que relaciona a este espacio con el herrero, se puede
afirmar que este hecho determinó que, desde esos años, se la conociera con su
nombre.
La Capilla de Cantuña fue única y
exclusivamente de los indígenas hasta 1719. En este año, el Comisario de la
Tercera Orden Franciscana elevó solicitud al Definitorio de adjudicación «de la
capilla de los naturales para dicha tercera orden». Se le concede bajo la
condición «que a los naturales no se les haga prejuicio e impida devoción».
Con el establecimiento en Quito de la Tercera Orden, es lógico suponer que se les entregó a estos un lugar dentro de la iglesia para el culto y enterramiento de sus hermanos. Hasta la segunda mitad del siglo XVIII, los terciarios tuvieron exclusiva competencia sobre la Capilla de Cantuña.
El creciente fervor por la Dolorosa llevó a solicitar licencia para la fundación de una cofradía, la misma que estuvo conformada por los personajes más representativos de la esfera religiosa, política, económica y social de la época. La Cofradía de los Dolores y los terciarios, pese a varias dificultades iníciales, compartieron esta Capilla hasta finales del siglo XIX. Al parecer la Cofradía estuvo en vigencia hasta aproximadamente el año 1895. De ello solo quedando la Tercera Orden Franciscana.
Referirse a la Tercera Orden Franciscana es
tema de otro artículo, además en el recorrido que se realizó con el tema la
penitencia en la vida de Quito y sobre los personajes de nuestra ciudad que
formaron parte de la misma.
Además en esta capilla luego de la misa de
7 de la mañana todos los sábados se repartía el café para las personas de la
calle liderado por los miembros de la Tercera Orden, y el 13 de junio era el
almuerzo anual de San Antonio. Razón por la cual muchas personas esperaban en
estas puertas para recibir el alimento.
En julio del 2018 cerró sus puertas para
empezar una restauración por parte del Instituto Metropolitano de Patrimonio en
la cual encontraron en aspecto funerario restos óseos, También se recuperó un
escudo de la torre principal que tiene una cargada una rica simbología
franciscana.
También la sorpresa de encontrar una
pintura mural de hace 4 siglos que representa el Calvario y está detrás del
retablo de San Lucas, que no se tenía registro de su existencia, y se pudo
observar en el mes de enero del 2019 a través de visitas previa inscripción. Y
así el 5 de junio reabierta al público.
FUENTES
- Historia del Reino de Quito
- Historia del Arte Ecuatoriano
- La Provincia de San Francisco de Quito
- La Real Audiencia de Quito Claustro de los Andes
- Contribuciones a la Historia del Arte en el Ecuador
- San Francisco, Una Historia para el futuro
- Plazas y Plazuelas de Quito
- Página web Del Municipio De Quito
- Diario El Comercio
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