EL ARZOBISPO HISTORIADOR

El académico Nicolás Jiménez en su obra que trato del Arzobispo Quiteño historiador que vio la luz justamente 17 años después de la muerte del Prelado Federico González Suarez.  El presente artículo que les comparto el día de hoy no será una biografía del mismo.

Será el de compartir en estas líneas de la mano de Jiménez y del mismo González Suarez algunas facetas del personaje, y dejando así al lector una curiosidad por el de investigar más sobre los hechos que fueron esculpiendo a su figura tanto eclesiástica como de estudioso de la Historia Ecuatoriana.

APARIENCIA

“Era de mediana estatura.

Tenía la piel blanca;

La nariz larga y fuerte;

Los ojos, de ligero tinte azulado;

Los cabellos, finos y rubios;

La boca grande; el labio inferior y la barba prominentes;

El habla clara y reposada; la locución fácil”.


CARÁCTER


“Al recibir a cualquiera levantaba la cabeza y erguía el pecho para mirarle de frente; gesto que le daba un aire señoril y regio, como de quien no sé intimida ante nadie y que infundía respeto y algo de turbación  en cuantos se le acercaban, sobre todo por primera vez.

De índole comunicativa, gustaba de la conversación, y en las tertulias deleitábalos con las anécdotas que refería, con grande franqueza y con cierto saludo gracejo. En su trato era igual con todos. A nadie humillaba sin motivo ni trataba con aspereza sino cuando había alguna causa mas allá de la justa. Bien es verdad que con nadie usaba tampoco de familiaridades ni condescendencias.

De natural era vehemente y colérico, pero el continuo y cuidadoso dominio de sí mismo, la consciencia de su misión  sacerdotal, dominaron su temperamento nativo y equilibraron su ánimo, comunicándole suavidad en sus maneras y palabras”.

Si la historia no ha de hablar la verdad mejor es que guarde silencio.


COMO LE NACIÓ SU PASIÓN POR LA HISTORIA

Desde muy niño sentí vehemente inclinación a los estudios históricos principalmente  a los que se relacionaban con América  y de un modo especial al Ecuador aún no tenía ni siquiera 15 años de edad conocí a todo cuanto dicen el padre Juan de Velasco y el inca Garcilaso de la Vega en sus obras respectivas.

Aguijoneando por el amor a la historia entre otros muchos libros leí la historia Universal de César Cantú. Ese es un libro malo, me dijo un jesuita docto.  ¿Lo ha leído Vuesa Reverencia? le pregunté yo y por la respuesta conocí que no lo había leído. Esa es obra de mera consulta, me observaron otros, y usted no podrá leerla. Cuando Cantú pudo escribirla, les replique yo: ¿porque no he de poder leerla yo? y la leí y la estudié, y recibí una impresión profunda con la lectura y con el estudio de semejante obra. César Cantú me hizo comprender lo que convenía que fuera la Historia, considerada como una ciencia de moral social.

Leí después y estudie cuántos autores de los que se llama filosofía de la historia pude haber a las manos, y comprendí que la narración histórica podía hacer un arma poderosa para la corrección y el mejoramiento de los pueblos. El reinado de la adorable Providencia de Dios sobre las Naciones como naciones, es decir, como criaturas racionales hechas para vivir en sociedad bajo el Imperio de una ley moral,  ¿Qué espectáculo más interesante para la inteligencia humana?

 Deseoso de que nuestra nación ecuatoriana poseyera una historia completa, me consagre a llenar los vacios que encontré en el resumen escrito por el señor Don Pedro Fermín Cevallos, y luego note que era mejor trabajar una obra por mi cuenta, que adicionar una ajena, cuando el punto de vista mío no podía ser el mismo que el del autor, cuya historia me empeñaba en completar con tesón y paciencia a estudiar la historia del Ecuador: distribuí mi trabajo en partes o jornadas, correspondientes a las diversas épocas en que lógicamente podía dividirse la historia de nuestra Patria, y no pase a ninguna de ellas, sin dejar muy bien investigado lo relativo a lo que cronológicamente le precedía.


CARGOS

  • Consejero de Estado
  • Diputado de una convención nacional
  • Director general de instrucción pública
  • Miembro del poder legislativo
  • Vicepresidente Del senado en el congreso constitucional de 1892
  • Vocal del Consejo general de instrucción pública
  • Profesor de literatura en el seminario diocesano de Cuenca
  • Profesor de historia en la universidad central de Quito
  • Canónigo Racionero en Cuenca
  • Canónigo de segunda institución del Cabildo de la Catedral en Quito
  • Arcediano de Quito

Nombrado

  • Vicario capitular de Riobamba
  • Dean del Cabildo de Riobamba
  • Dean y Administrador de la Diocesis de Guayaquil
  • Arcediano en Cuenca
  • Administrador Apostólico del Obispado de Cuenca
  • Su nombre figuro para ocupar el Obispado de Cuenca y la de Auxiliar del Arzobispado de Quito con derecho a sucesión.


  • Secretario del sexto Arzobispo de Quito, Ignacio Ordoñez
  • Visitador Apostólico de las Diocesis de Cuenca y de Guayaquil
  • Obispo de Riobamba
  • Obispo de Ibarra
  • Arzobispo de Quito
  • Fundador de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos

Es así como a través de quien lo conoció en persona nos diga como era su apariencia y carácter; transcribir como fue que le nació su pasión por la Historia y resaltar cuales fueron sus cargos al que su persona accedió en el peregrinar de su vida.

Hasta que culmino este camino terrenal un día como hoy en la madrugada del sábado 1 de diciembre de 1917 en la misma ciudad que nació y dirigió pastoralmente por 11 años.

FUENTES

  • BIOGRAFIA DE FEDERICO GONZÁLEZ SUÁREZ por Dr. Leónidas Batallas
  • BIOGRAFIA DEL ILUSTRÍSIMO FEDERICO GONZÁLEZ SUÁREZ por Nicolás Jiménez
  • MEMORIAS INTIMAS por Federico González Suárez

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