EL PADRE GRANDE DE QUITO

En esta ocasión les quiero presentar a un personaje “Grande”, considerado así por  muchos Quiteños a través de las diferentes épocas y por diversos biógrafos y escritores.

FRANCISCO DE JESUS BOLAÑOS Y ROSERO.-  Hijo de Casimiro y de Beatriz Rosero, nació en dicha ciudad de Pasto el 4 de octubre de 1701, a los pocos días fue bautizado en la Iglesia Matriz con el nombre del seráfico Francisco de Jesús.

En el hogar con los cuidados de su madre piadosa lo llevaría a conocer sobre la religión, y de su padre la cultura humana que iba avanzando desde su existencia, destacándose como un sobresaliente alumno. Además prueba de tan grandes virtudes hogareñas sus hermanos José y Pedro ingresan a La Merced, en donde se distinguen por su celo apostólico, su observancia y su don de gobierno. Una hermana de ellos ingresa al monasterio del Carmen en Latacunga.

El Padre Mariano Ontaneda, a quien hemos de considerar como el primer biógrafo del Padre Bolaños, en su “Oración Fúnebre” pronunciada a los pocos días de la muerte del Padre Bolaños, en la iglesia de La Merced de Quito, dijo que el Padre Bolaños había pensado ser jesuita.

En los religiosos redentores de Cautivos que con el ejemplo de amor de hijos hacia su Madre de Misericordia, fue lo que enamoro al joven Francisco, y es así que a los 15 años de edad en 1716, ingresa a la Orden Mercedaria en su misma ciudad de Pasto.

Al poco tiempo se trasladó a Quito, en donde inició su noviciado, que lo realizó bajo la dirección del P. Juan Carvajal Concluido el año de noviciado hizo con gozo su profesión religiosa, es decir ya era de todo hijo de la Orden de la Merced  en manos del Padre Presentado, Fray Domingo Ibáñez, el 17 de enero de 1718.

Enseguida y bajo la dirección de sabios y prudentes maestros realiza sus estudios superiores de filosofía y de teología, sin descuidarlas humanidades que le llevarían hacer Sacerdote. Durante este tiempo de estudiante tuvo una temporada como maestro al P. Fray Gaspar Lozano, fundador del Beaterío de La Merced de Quito.

Fray Francisco el 17 de marzo de 1725 recibió la Ordenación sacerdotal de manos de Monseñor Luis Francisco Romero, décimo cuarto Obispo de Quito. se consagró enteramente a la santificación de su alma y a la de los otros. Para esto, en su vida fueron estos sus medios singulares con los que se entrego hasta el final.

La predicación, el confesionario y particularmente el testimonio de su consagración.  Una de sus fortalezas era la evangelización, de una manera particular a los indios y a los pobres, sabiendo que los indios eran doblemente pobres. Recorrió desde Pasto hasta Cuenca; visitó y ejerció su ministerio en Ibarra. Quito, Latacunga, Ambato y Riobamba.

El Capítulo Provincial de 1730 atento a su piedad y devoción, le nombró Sacristán mayor de la iglesia de La Merced de Quito, iglesia que estaba en construcción y que hace poco se encontró el recibo en que firma el Padre Bolaños y Legarda para la elaboración del retablo mayor.

En plena juventud, a los 32 años de edad estaba resuelto con las debidas licencias a dejar el Convento Máximo de La Merced de Quito para aplacar esa sed interior de oración, silencio, retiro y encuentro más cercano con Dios. Estos terrenos quedaban cerca del lugar en donde el Inca Huayna Cápac tenía sus casas de placer, fue este el lugar ideal que escogió para acercarse más a Dios.

El Padre Bolaños pensó desde el principio en algo grande, en la mente de él estaba a lo menos un convento para muchos religiosos, con su iglesia correspondiente. La obra del Padre Bolaños principió en el año de 1733 con su residencia continua en la fábrica, junto con unos pocos compañeros que, acompañándole, le ayudaban. El cual en cuaresma a los pocos años era objeto de admiración entre los Quiteños. Gracias al empeño y emprendimiento pudo levantarse el lugar.

Como verdadero hijo de obediencia, el Siervo de Dios P. Francisco Bolaños estaba sujeto a las disposiciones de sus superiores. Así, el Capítulo Provincial de 1739 lo eligió Definidor de Provincia. Igualmente los Capítulos de 1745, 1748, 1751, 1754 y 1756, dice el P Monrroy, lo eligieron consecutivamente Comendador de la Recolección de La Merced. En 1759 cesa como Comendador y se dedica por entero a la santificación de su alma, permaneciendo siempre en El Tejar.


Un testigo de su vida nos dice: “A las tres de la mañana se levantaba. Empieza su oración mental; luego la vocal, el Oficio Parvo de la Santísima Virgen. Se dispone para celebrar la Santa Eucaristía. Se confiesa dos veces a la semana; pasa a su celda después de dar gracias para alimentarse con cuatro o cinco sorbos de agua de Paraguay. Así, hasta las ocho de la mañana. Reza las Horas, lectura espiritual, atiende una multitud de fieles que concurren de dentro y fuera del convento. A las once lee a los religiosos, mientras alimentan sus cuerpos en el refectorio de la Comunidad. Por la tarde, después de haber dado un breve sustento al cuerpo, va al coro. Después de una breve siesta, regresa al coro. Conferencia de casos de conciencia a los sacerdotes. Luego, el ejercicio de las Siete Palabras que Jesús habló en la Cruz y Fray Francisco reza todas las tardes. Realiza las cosas que le obligaban, atención a los religiosos conversos y a los jóvenes novicios. Completas, maitines y laudes. Examen de conciencia y la cena “siempre escasa” y siempre corta. A las once de la noche, descanso en el duro lecho”.

La penitencia, aquella compañera diaria de su vida, va desde la mortificación interna, mediante la cual domina sus pensamientos, sus palabras, sus sentidos, hasta la austera y dolorosa mortificación externa, para la cual tiene instrumentos apropiados, de acuerdo a las costumbres de la época.

Esos instrumentos son “cilicios de cintura, de muslos y de brazos para ceñirse los más días; disciplinas de eslabones y de estrellas de fierro, para despedazar sus carnes; un instrumento de cerda para envolverse el pecho y las espaldas; otro instrumento de alambres para aplicarse desde el vientre hasta casi la garganta; ayunos los más días de la semana; cruces para cargar sobre los hombros los viernes” A eso hay que aumentarla mortificación con que llevaba los sufrimientos de su estómago que no admitía nada sin producirle vómito.

Los ejercicios se realizaban en la Cuaresma, todos los cuarenta días; la novena antes de Navidad. En las solemnidades de Pascua y Pentecostés, el primero y el diecinueve de cada mes, se empleaban en dar reglas y máximas para el cambio de vida y la práctica de la vida cristiana. y como es natural, muy pronto aparecieron los frutos que cambiaron la vida cristiana de innumerables fieles de Quito y de otras partes: pecadores convertidos, confesiones generales, reforma de costumbres, cambio de vidas desarregladas.

En 1744 hizo la petición formal para que El Tejar se convirtiera en convento Morirá el P. Francisco, sin haber alcanzado del Real Consejo de Indias el consuelo de ver su Recolección formalizada como convento. Pero esto no desanimo ni su trabajo y espíritu mas bien lo fortaleció en su arduo caminar terrenal.

Cuando estaba debidamente dispuesto llegó la hora de su tranquila muerte, el 14 de diciembre de 1785, día miércoles, por la noche a la edad de 84 años y 2 meses de edad y cincuenta y dos de “austerísima” vida en El Tejar.

El cuerpo del Padre Bolaños fue sepultado en la cripta de la Capilla de San José de El Tejar. Posteriormente, exhumado y trasladado a La Merced. El 24 de mayo de 1913, con el debido reconocimiento, fue colocado en un cofre de madera por el mal estado del primitivo cofre de zinc.

El 13 de diciembre de 2006, en presencia del Alcalde de Quito de entonces Gral. Paco Moncayo, El Arzobispo de Quito Mons. Raúl Vela y la Comunidad Mercedaria se mostro el monumento en mármol del Padre Bolaños.

Su proceso canónico ya está en camino ya es considerado como SIERVO DE DIOS, el Postulador de la causa es el Padre Alfredo Llumiquinga quien fuera Provincial de la Orden Mercedaria en Ecuador y Colombia y hasta hace poco Párroco del Tejar. Cada 14 del mes se realiza una Eucaristía en todas las Iglesias Mercedarias pidiendo su pronta elevación a los altares.

Hasta la próxima ocasión

FUENTES

  • Oración Fúnebre dada el 20 de enero de 1786, dada por el Padre Mariano Ontaneda
  • Historia General de la República del Ecuador volumen Quinto de Mons. Federico González Suarez.
  • El Padre Francisco de Jesús Bolaños y Rosero, evangelizador del Reino de Quito de autoría Camilo Orbes Moreno.
  • Amor y rigor del siglo XVII EN Quito: vida del Siervo del Venerable Francisco de Jesús Bolaños y Rosero autoría de Fernando Esparza Dávalos.

Comentarios

  1. Muy buena biografía, bien documentada. Disculpen mi pregunta pero me gustaría saber si Francisco de Jesús Bolaños ¿perteneció de alguna forma a los "Mercedarios Descazos"? Tengo entendido que el fundador de los mercedarios descalzos vivió en Quito quizá casi un siglo antes. Ojalá pueda despejar mi duda histórica. Felicitaciones por su artículo.

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