LA CARMELITA ARTISTA

El primer Carmelo fundado por Teresa fue San José de Ávila, el día de San Bartolomé, 24 de agosto de 1562. En el cielo azul de aquella mañana de verano, resonó el toque de una campana que anunciaba que allí se establecía nuestro Señor junto a sus hijas. Comenzaba así un nuevo estilo de vida en la Iglesia.

La iglesia del Carmen Bajo Moderno lleva el nombre oficial de la Santísima Trinidad, fue abierta en 1745 como consta en los archivos del Monasterio. Las monjas carmelitas ya se habían instalado en Latacunga durante el siglo XVI, pero el devastador terremoto que afectaron a las actuales provincias de Tungurahua, Chimborazo y Cotopaxi del 20 de junio de 1698 las hizo emigrar a la capital de la Real Audiencia de Quito.

Desde el comienzo de su instalación en Quito, el Carmen de la Santísima Trinidad recibió en las filas de la Doctora de Ávila a las hijas de las más ilustres familias de esa ciudad y dentro de ellas a la que dedicamos estas líneas.

MARÍA ESTEFANÍA DÁVALOS MALDONADO.- Nació en Riobamba en el año de 1724, del hogar de clase alta criolla siendo hija de José Dávalos y Elena Maldonado Sotomayor, hermana del ilustre Pedro Vicente Maldonado.

Su padre fue un hombre dedicado a las ciencias y a las letras. Entre sus propiedades más queridas estuvo la hermosa hacienda de Elén, en la que había una gran biblioteca. Ese ambiente familiar fue el escenario en que Maria, con sus hermanas y hermanos, desarrolló sus cualidades artísticas, que la llevaron a convertirse en una dama de gran cultura y de especial habilidad para las lenguas como el francés, y para las artes como la pintura, la música y la literatura.

Se conocen los detalles de su vida antes de su ingreso en el monasterio, gracias a un relato detallado de La Condamine, reproducido por Monseñor Federico González Suárez, Arzobispo de Quito:

He aquí lo que La Condamine dice de la madre Dávalos, a quien la conoció y trató en Riobamba, antes de que se hiciera monja. Habla de las hijas de Don José Dávalos, y luego añade:

La mayor de ellas poseía un talento universal: tocaba el arpa, el clavicordio, la guitarra, el violín y la flauta: mejor dicho, todos los instrumentos que llegaban á sus manos: sin maestro alguno pintaba en miniatura y al óleo. Yo mismo ví en su caballete un cuadro que representaba La Conversión de San Pablo, con treinta figuras correctamente dibujadas, y para lo cual había sacado mucho partido de los malos colores del país. Con tantas prendas para agradar en el mundo, esta joven no deseaba hacerse más que carmelita; y, para no poder por obra sus deseos la contenía solamente el amor tierno que profesaba á su padre, quien después de haber resistido Largo tiempo, le dio, al fin, su consentimiento, y así profesó en Quito el año de 1742”.

A los dieciocho años de edad consiguió la autorización de su padre para cumplir su anhelado sueño el de ingresar en el convento de clausura del Carmen de la Santísima Trinidad en Quito, conocido popularmente como Carmen Bajo. El 25 de febrero de 1742 vistió los hábitos carmelitanos y como acto de renuncia al mundo terrenal, para entrar a formar parte del espiritual cambio su nombre con el de Sor Epifanía de San José.

En el relato del Padre Vargas en su libro anota la siguiente cita, que se refiere a la Madre Magdalena Dávalos “Vimos entre otros uno de sus cuadros de caballete que representaba la conversión de San Pablo, que contenía unas treinta figuras correctamente dibujadas, para lo cual había aprovechado de los malos colores del país”.

Desde que profeso a sus 19 años, Madre Epifanía vio claramente el sueño de Santa Teresa en ver cada monasterio surja con un signo particular asociado al misterio de la existencia terrena de Jesús, en esta tierra donde el Verbo se hizo carne.

Hay que tener presente que el espíritu o carisma contemplativo-eclesial de toda carmelita adquiere aquí un sello único: siendo parte del nuevo Israel son asociadas a los misterios de la encarnación y redención, llamadas a recrear ese misterio en la oración, la contemplación y la vida fraterna con sentido de iglesia y misionero.

En sus casi seis décadas viviendo en recogimiento en el Carmen Bajo, nuestra biografiada dio muestras de piedad, sencillez y trabajo que era modelo y contagiaba a sus hermanas de comunidad. Esto fue lo que le llevo a ser elegida a sus 29 años sub Priora.

La hermana carmelita descalza María del Carmen Luna Tobar, escribe sobre la madre Dávalos: “[...] Su gobierno fue a satisfacción de la comunidad, puesto que en el próximo trienio fue elegida Priora por unanimidad de votos, e igualmente lo fue en diversas ocasiones, gobernando la comunidad veintiún años [...]”

Hay que destacar que su obra pertenece también a la Escuela Quiteña aquí vale recatar los siguientes trabajos:

  • La conversión de san Pablo (pintura, óleo sobre lienzo)
  • Nuestra Señora del Tránsito y ángeles adoradores (grupo escultórico, imágenes en madera policromada: encarnadas y estofadas).
  •   Dormición de la Virgen (imagen en madera policromada: encarnada, estofada y de vestir).
  •   Coronación de María (grupo escultórico, imágenes en madera policromada: encarnadas y estofadas).
  •   Señor Redentor del mundo (imagen en madera policromada: encarnada)
  •   Nuestra Señora del Carmen (imagen en madera policromada: encarnada, estofada y de vestir.
Todas estas obras están en el Carmen Bajo, y una de ellas a la cual podemos admirar es justamente a la Virgen del Carmen que se encuentra en la parte alta del retablo mayor. Según la tradición oral de las Carmelitas, esta imagen fue elaborada por Madre Epifanía en los últimos años de su vida cuando ya se hallaba bastante ciega.

Teresa de Jesús ha sido una mujer que rompió los moldes de su época para convertirse en arquetipo de mujer, de mística, de literata, de poeta, de todo. Y sin duda su hija espiritual María Estefanía Dávalos Maldonado que abrazo la vida religiosa al estilo de la reformadora del Carmelo dio grandes muestras de su arte en Quito y su arte plasmada nos hablara por varias generaciones sobre su misticismo y dedicación a la cultura religiosa.

Madre Epifanía de San Jose emprende el camino a la patria celestial en 1801, y hoy que inicia la novena a la Virgen del Carmen se ha querido dar a través de estas palabras un sincero homenaje a la mujer que destaco en la Escuela Quiteña por su pasión al arte.

FUENTES

  • Historia General de la República del Ecuador
  • Archivo del Monasterio del Carmen Bajo
  • América y España en la escultura colonial quiteña, historia de un sincretismo
  • Historia del Convento del Carmen Bajo
  • Patrimonio Artístico Ecuatoriano
  • Escultura quiteña colonial, arte y oficio

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