EL GRAN GESTOR DE QUITO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Un año más en que Quito conmemora el haber sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, pero además de dirigir en estas líneas para resaltar los valores culturales, artísticos, arquitectónicos y paisajísticos, entre otros. Quiero referirme a la persona que estuvo como el arquitecto que fue en armar y dirigir esta obra en que nuestra ciudad sea pionera con este hecho.

RODRIGO PALLARES ZALDUMBIDE.- Nacido en la capital de los ecuatorianos en la semana de Pascua de Resurrección el sábado 18 de abril de 1925, sus padres fueron: Antonio Pallares García y Luz Zaldumbide Gómez de la Torre. Ultimo de 8 hermanos de un hogar rico en sentimientos nobles y de descendientes de personas ilustres de la patria como es el caso de Gonzalo Zaldumbide abuelo de nuestro biografiado.

Nacido con una malformación en la pierna en palabras de su primogénita Águeda nos da a conocer este hecho: “Lo llevaron a Europa donde le amputaron la pierna y le colocaron una prótesis con la que fue capaz de caminar. El pie normal era muy chiquito, y sin embargo de sus extremidades le salieron alas con las que se desplazó por el mundo; montó caballo, bicicleta, jugó a ser Presidente, se enamoró y se rodeó de buenos amigos”.

Con una expresión tan viva que nos invita a dibujar al niño y joven Rodrigo, ser una persona creativa, emprendedora y solidaria que demostraría más adelante en las actividades que realizaría. Es así que su vocación le llevo a culminar con notable éxito ingeniería en la Universidad Central del Ecuador.

Y así llegar a ser becario por el Gobierno francés y estudiar Arquitectura en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Sorbona contando con 23 años, y con una Europa en vía de recuperación de los estragos de la terrible segunda guerra mundial.  En estas épocas estudiantiles se daría una conversación significativa en que copiamos textualmente lo que dice su hija:

“En París, con su amigo Filoteo Samaniego en 1948 los dos eran estudiantes, y en medio de una nevada, en un invierno que llegó a bordear los 17 grados bajo cero, pensaban lo que harían al regresar. Rodrigo le había dicho a Filoteo que sería interesante hacer jardines como los de París y restaurar las iglesias de Quito.” Ya de vuelta a la patria se dedicó al cuidado de su Padre que se encontraba enfermo.

En su vida personal se enamoró y formo hogar con Pepe Carrión, segunda hija del hombre que hizo posible la Casa de la Cultura Ecuatoriana. De esta joven pareja brotaron 2 bellas mujeres y 2 hombres fuertes. Además del amor a su familia era un verdadero enamorado de varias facetas de lo que le rodeaba, entre ellas el de la creación en el ámbito vegetal.

En 1973 Samaniego había llegado ser titular honorario de la Dirección de Patrimonio Artístico de la Casa de la Cultura, y así llego Pallares a la Dirección de Patrimonio Artístico de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Quito una ciudad que ha sido escenario de grandes hechos y con ello ha dejado una riqueza inagotable en su espacio, que es imposible dejar de admirar y conocer de las mismas. Es allí que Rodrigo puso ese entusiasmo que le caracterizaba en preservar esa riqueza para sus vecinos y futuras generaciones.

Puso todo su esfuerzo en su gestión cerciorándose el mismo en cada uno de estos espacios emblemáticos de nuestra bella ciudad con sus trabajadores, y así contagiar esa llama a los que rodeaban y no cesar esfuerzo por alcanzar el ideal propuesto en su alma apasionada por la capital.

Ecuador formó parte del primer Comité Intergubernamental (1976-1980) al cual correspondió el examen, evaluación y aprobación de los primeros sitios a ser admitidos en la lista. Una de las anécdotas que menciona la esposa del Arq. Pallares es que cuando nomino ante el tribunal a Galápagos y Quito, algunos del comité no conocían donde se ubicaba nuestra ciudad. Y así casi un año recogió toda la información para la postulación de las mismas.

Reunido en Washington para su segunda sesión, del 5 al 8 de Septiembre de 1978, el Comité del Patrimonio Mundial inscribió doce sitios culturales o naturales de sietes países “que merecen ser preservados en beneficio de la humanidad entera”. Un 8 de septiembre de 1978 siendo Quito y las Islas Galápagos en abrirse campo en este ámbito.

Siempre sencillo con la jovialidad de enseñar y aprender, siguió su vida ayudando tanto en proyectos para la preservación del patrimonio, como también en rescatarlo como es el caso de recuperar muchas piezas arqueológicas del país en el extranjero. En el 2008 salió su libro Quito, Patrimonio de la Humanidad.

Siempre el amor a la familia se había extendido de sus 4 hijos a la de 8 nietos y 3 bisnietos. Y su pasión por esta ciudad será lo que les marque a cada uno de ellos, para que ya adultos con la honradez y solidaridad como pilares resalten en los campos elegidos de su vida profesional.

En el 2008 recibió el premio nacional Eugenio Espejo, categoría Promotor Cultural, en palabras de su hija “le proporcionó una gran alegría”. Una vida con la cual su fuerza permitió que destaque esta ciudad en ser Patrimonio, fue al encuentro del Creador en el primer mes del 2009. A los 10 años de su partida el Municipio de Quito en un evento realizado en la Iglesia de la Compañía de Jesús lo reconoció como Gran Gestor de Quito Patrimonio de La Humanidad.

No cometas nunca el terrible crimen de creer que las grandes metas no se hicieron para ti y que los grandes ideales son únicamente para otros. Estas líneas que dan a conocer brevemente sobre la persona que con su dedicación Quito tenga un título cultural.

Justamente eso nos llama a ser culto además, no es simplemente saber muchas cosas, sino, más bien, tener una explicación coherente, y en clave de verdad, de lo que es el hombre y el mundo que le rodea. Lo importante no es tener muchos conocimientos, sino que esos conocimientos den una respuesta acertada a los problemas nuestros y de quienes nos rodean.

Porque, de lo contrario, ¿de qué nos sirve tener muchos conocimientos, si luego resultan fragmentarios y contradictorios, si desconozco por completo la verdad que pueda haber en ellos? No puede olvidarse que, sin un criterio de verdad, la multiplicidad de conocimientos adquiridos desembocará en una erudición simple y ramplona, pero no en una verdadera cultura.

La verdadera cultura ha de servir para interpretar correctamente la vida, para hacerla más humana, para descubrir sus posibilidades más genuinas y apuntar a sus más auténticas aspiraciones. Como diría una amiga: “El patrimonio no se entiende, sin el amor y el sentido de pertenencia”.

FUENTES

  • Facebook de Agueda Pallares
  • Diario El Comercio
  • Diario El Universo
  • Página web del Municipio de Quito
  • Facebook de Susana Freire

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