FRAY AGUCHITO

Un ilustre visitante como lo fue Charles Darwin dijo: “La música despierta en nosotros diversas emociones, pero no las más terribles, sino más bien los pensamientos dulces de ternura y amor”. Por la música se inició las fiestas de Quito hace 60 años y en este día les comparto la biografía de un músico poco conocido en la actualidad.

AGUSTIN DE ASKUNAGA.- Nacido el 6 de febrero de 1885, en Ochandiano pueblito de Victoria (Vizcaya) España. A Felipe nombre con el que recibió el bautizo, es la dama pobreza seria su amor adolescente la cual le cautivo como al sencillo de Asís, que apenas llegado a nuestra ciudad en 1900 formo parte de la familia Franciscana.

Su juventud la paso aprendiendo la humildad y la sencillez de sus hermanos mayores, también combinando el estudio de las ciencias eclesiásticas para llegar a ser un buen Sacerdote, pero además la música fue también su dedicación y abnegación en su vida religiosa.

Para consagrarse totalmente a Dios recibió el nombre de Agustín, con el cual se le conocería en adelante, sus hermanos de comunidad lo definían: “Fray Agustín tuvo una alma de niño, y un genio musical”. Y así donde su presencia estaba había la música interpretada en el órgano hacia elevar desde la más piadosa oración a Dios hasta la más sonada risa al prójimo por sus composiciones.

Y así a la edad de 28 años el 2 de marzo es Ordenado Sacerdote, ahora era un Padre que con su bondad y su característica alegría acercaba a los fieles a las celebraciones sea el que este celebrando el Santo Sacrificio de la Santa Misa o tocando magistralmente el órgano en la Iglesia de San Francisco.

Un poco delgado, alto, con lentes era la figura del Padre Askunaga que había ganado respeto entre los habitantes de esta ciudad franciscana, y como no tener respeto ante un religioso que desde su calidad humana destaco en lo siguiente:

  • Dar un concierto de piano en el Teatro Nacional Sucre
  • Participo en la Orquesta del Conservatorio Nacional de Música en Quito y en otras celebraciones musicales que dio la Patria.
  • Presidente de la Junta Arquidiocesana de Música Sagrada

En 1943 la Municipalidad de Quito convoca a concurso con el objetivo de dar a la ciudad un Himno, pero este no prospero a falta de concursantes hasta que en el año siguiente dos religiosos franciscanos que eran el Padre Azkúnaga y el Padre Echeverría futuro Cardenal del Ecuador se presentaron.

El Padre Echeverría había puesto la letra y el toque musical seria obra del Padre Agustín y así se pudo difundir en la ciudad por la caracterización de su música y letra de estos trovadores religiosos. Sus obras entre himnos, y cantos devocionales se destaca el amor a la Navidad.

Podemos decir que uno de sus admiradores era el Dr. Velasco Ibarra que asistía a misa dominical al templo Franciscano a escuchar al Coro Franciscano con su excepcional organista. Sus momentos últimos en esta tierra se hacía trasladar en silla de manos el cual sus dedos en el órgano con la mirada en el Cristo que tenía al frente se despedía de sus hijos espirituales.

Hasta que la Hermana Muerte vino a llevárselo el 18 de marzo de 1957. En vida recibió de parte del Gobierno la Medalla de la Orden Nacional “Al Mérito” en el grado de oficial y el Municipio de Quito la condecoración Sebastián de Benalcázar por la composición del Himno a Quito.

No olviden recordar que “Fray Aguchito”, como era llamado cariñosamente, sigue vivo en cada nota que escuchamos dando honor a esta bella ciudad.

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