LA CAPILLA DEL ROBO POR UN FRANCES

Hay un proverbio francés que dice “Le prix est oublié, la qualité reste”. Es decir el precio se olvida, la calidad permanece. Esto lo menciono antes de referirnos del tema central que lleva el título, conozcamos al personaje que nos relata la historia.

Es nada menos que un pintor francés llamado Ernest Charton, el cual estudió en la Escuela de Bellas Artes de París y en 1842 dejó su tierra natal y allí a su esposa e hijos. Después de visitar Italia, España y Oceanía, recorrió la costa del Pacífico y conoció Chile, Perú y es donde llegaría a nuestro Ecuador.

Quiero amable lector detenerme aquí en nuestra Patria, como fue el paso de tan ilustre pintor extranjero en nuestra tierra. Después de la frustrada exploración por el Océano Pacífico, logró recuperarse en Guayaquil.  Autores como Darío Lara hacen conocer las aventuras del pintor en las Galápagos como uno de los momentos más terribles de su vida.

Igualmente fue ayudado, por el cónsul argentino radicado en Guayaquil Juan Antonio Gutiérrez, que era hermano del jurisconsulto, escritor, estadista e historiador Juan María Gutiérrez. Cuando llegó a Quito en 1849 veía a la capital como un paraíso. Fue amigo del pintor quiteño Antonio Salas con quien realizó escenas de costumbres quiteñas que se publicaron en L’Illustration de Paris.

Charton aportó al Ecuador sus ideas republicanas relacionadas con el civismo y el patriotismo. Buscó aplicar esos principios a la juventud americana a través de la creación de escuelas públicas de arte. Como permaneció solamente un año, pudo armar un curso corto para 30 pintores de trayectoria. Enseñó perspectiva y luego el estudio de la naturaleza. Muchas de sus lecciones fueron en escenarios naturales.

Para ello contó con el apoyo del mecenas quiteño Ángel Ubillús, lo que permitió que se formaran artistas ecuatorianos como Ramón y Rafael Salas, Agustín Guerrero, Luis Cadena y Juan Manosalvas. Además, en 1849 fundó el Liceo de Pintura “Miguel de Santiago” aunque el establecimiento funcionó solamente un año fue el antecedente de la Escuela de Bellas Artes. Para familiarizar a los alumnos con el arte europeo Charton trajo de ese continente copias de la serie de grabados Los caprichos de Francisco de Goya y algunas reproducciones de sus cuadros.

El pintor tuvo dos metas claras, por un lado fomentó una enseñanza que rompiera con el academicismo reinante en las escuelas de arte; y por otro, promovió entre los estudiantes la representación plástica de las costumbres y la gente de los pueblos ecuatorianos. Volvió a Ecuador en 1862 y dictó clases en la Universidad de Quito y en la Escuela Democrática “Miguel de Santiago”.

Cinco años más tarde, publicó en Le Tour du Monde una crónica del viaje que realizó desde Guayaquil hasta Quito, después de haber sido rescatado de las islas Galápagos. Es interesante destacar su profundo interés por el costumbrismo y cómo esas imágenes de Charton fueron modelos para casi todos los artistas locales y para decenas de artistas anónimos. Realizó un álbum costumbrista, integrado por 48 acuarelas sobre el Ecuador.

El Banco Central del Ecuador, en Cuenca, conserva medio centenar de acuarelas del artista. El Museo Jacinto Jijón, de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, custodia una colección de sus acuarelas costumbristas. Son obras plenas de colorido y detalles sobre las labores e indumentarias de personajes de distintos niveles sociales de Quito, Cuenca y otras regiones como las selvas del río Napo.

Todo ello se puede apreciar en los títulos de sus acuarelas: Comerciante de la ciudad de Cuenca, Dama de Quito yendo a la iglesia, Lechera, Indio del Napo, Granjero indio, Vendedora de legumbres, Alcalde de Quito en días de fiesta, Sirvienta de Quito, entre otras.

Ahora si conociendo al personaje les transcribo lo que nos menciona sobre la famosa Capilla del Robo:

"Esta capilla está situada cerca de Quito, al borde de la quebrada de Jerusalén, en un paisaje extraño y lleno de recuerdos terribles: a cada paso si viajero en esta famosa quebrada, el guía cuenta alguna leyenda sombría basada en las supersticiones indias o en los anales del crimen.

De todas estas historias, las más dignas de fe son las que se refieren a los numerosos robos cometidos por los indios, entre peñascos y matorrales.

Hubo, se dice, un hombre rico y de carácter original que, compadeciéndose de los indios que habían llegado al camino del mal por la miseria, hizo construir la Capilla del Robo y fundó misas para la salvación de sus almas.

Pero esta explicación del singular nombre que lleva el pequeño y elegante oratorio no es ni la más curiosa ni la más popular.

Según una tradición muy autorizada, hace ya muchos años que un monje se escapó un día de un rico convento de Quito, colgó los hábitos, como se dice vulgarmente, cambió su nombre, se disfrazó y entró en sociedad con un falso título e inmensas riquezas; se rodeó de un lujo extraordinario, prodigó el oro a su alrededor y se lanzó desenfrenadamente por la pendiente de sus pasiones. Esa vida desordenada no tardó en arruinar su salud; próximo a morir, llamó a un sacerdote y confesó que, en otra época, en el convento, quitó a una Virgen todas sus joyas que la adornaban y se las llevó una a una, sustituyéndolas por abalorios. Añadió que había escondido las piedras, de valor inestimable, bajo una roca de la quebrada de Jerusalén. Tras esta confesión, murió.

Trasladados a la quebrada de Jerusalén, y en el sitio que aquel había indicado, se encontró un gran número de diamantes. En recuerdo y expiación de este sacrilegio se edificó la Capilla."

Ernest Charton 1851

FUENTES

  • ENCICLOPEDIA DEL ECUADOR de Efrén Avilés Pinto
  • ENCICLOPEDIA DEL ARTE EN AMÉRICA
  • ELITES Y LA NACIÓN EN OBRAS. VISUALIDADES Y ARQUITECTURA DEL ECUADOR de Alejandra Kennedy-Troya
  • ARTE Y ARTISTAS ESPAÑOLES EN EL ECUADOR de Ana María Fernández García
  • LA ESCUELA DE BELLAS ARTES EN EL QUITO DEL SIGLO XX de Mireya Salgado y Carmen Corbalán de Celis
  • VIAJEROS FRANCESES AL ECUADOR EN EL SIGLO XIX
  • LA MAGAZIN PITTORESQUE

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